Los fusilados del
Puente Pueyrredón
siguen hablando
/ Informe especial
/ Irresponsabilidad política
/ La masacre del siglo
Hay acontecimientos políticos que develan su real magnitud histórica con el paso del tiempo. Sucedió en 1996, cuando el golpe de estado que había dado inicio a la última dictadura militar adquirió pleno sentido en medio del auge menemista. Y lo mismo ocurre hoy, al cumplirse veinte años de la Masacre de Puente Pueyrredón.
Aquel 26 de junio de 2002, dos jóvenes luchadores fueron asesinados por la policía bonaerense en el marco de una multitudinaria protesta piquetera. Darío Santillán, de 21 años, y Maximiliano Kosteki, de 25, militaban en el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón y eran protagonistas de una rebelión popular que había conocido su clímax cuando el mal gobierno del presidente radical Fernando de La Rúa fue eyectado por una potente movilización callejera.
Los autores materiales de ese hecho de sangre fueron juzgados y condenados, pero sus responsables políticos permanecen impunes. La investigación que ahora publicamos contiene una reconstrucción detallada de cómo la cacería policial se organizó desde lo más alto del poder del estado, en ese entonces presidido por el dirigente justicialista Eduardo Duhalde. Y ofrecemos testimonios e imágenes inéditas que contribuyen a probar esa verdad histórica.
La hipótesis que proponemos podría formularse del siguiente modo: si la escena fue armada con premeditación por varios ministros del gobierno nacional, luego la salvaje policía bonaerense tuvo rienda suelta para actuar con alevosía, y tras el hecho consumado las autoridades quisieron imponer una mentira grande como una casa con el objetivo de encubrir la acción, pues parece obvio que se trató de un plan fríamente calculado por el poder político para disciplinar de manera violenta a la protesta social.
Siguiendo el procedimiento deductivo elemental, hay otro supuesto que podríamos dejar sentado: el crimen de los manifestantes fue una pieza indispensable de la estrategia elegida, no un exceso atribuible al error humano. Una consecuencia necesaria. La frutilla del postre.
Para que algo tan miserable no se repita una y otra vez, hay que hacer justicia.
Gala Abramovich y Dan Damelio
El informe comienza con un corto audiovisual realizado especialmente por el cineasta Patricio Escobar para este aniversario, con nuevas entrevistas a los principales implicados políticos, veinte años después.
La parte uno, “el armado”, describe la secuencia política que se inicia con la Cumbre de Santa Rosa (La Pampa), realizada el 26 de mayo de 2002 entre Eduardo Duhalde y los gobernadores oficialistas, señal de largada de los preparativos represivos.
La parte dos, “el operativo”, analiza el carácter anómalo del procedimiento ejecutado por las fuerzas de seguridad el día 26 de junio de 2002 y demuestra que los asesinatos no fueron casualidad o mala suerte, sino un desenlace indefectible.
La parte tres, “el encubrimiento”, examina la estrategia narrativa desplegada por el gobierno nacional durante las 30 horas que siguieron al fusilamiento en la Estación Avellaneda: la unanimidad de ese coro y el carácter inverosímil de su versión, constituye una prueba manifiesta de la intencionalidad asesina que los animó.
A modo de conclusión, incluimos un breve manifiesto sobre el legado de la Masacre del Puente Pueyrredón para nuestro presente, y la urgencia de recuperar el espíritu de lucha de Darío y Maxi.
Parte uno. el armado
el límite de la pampa
El planteo de mano dura que se impuso en La Pampa trascendió públicamente gracias al viejo y peludo off the record. El entonces Ministro de Seguridad Juan José Álvarez, más conocido como Juanjo, era un hábil cultor de este género tan caro a la política vernácula. Mario Wainfeld recogió su versión en Página 12: “Romero y el dueño de casa Rubén Marín le reprocharon a Duhalde la falta de energía para reprimir las protestas callejeras. José Manuel de la Sota se sumó manifestando que ‘no se puede permitir que circulen encapuchados por las calles’. El secretario del área les replicó duramente. Al pampeano le preguntó: ‘¿Por qué vos, que pedís mano dura en Buenos Aires, no hacés nada con los que nos vienen escrachando y puteando desde que llegamos acá? Porque sabés que eso te sepulta’. A De la Sota le señaló: ‘a mí tampoco me gustan los encapuchados. Pero, contáme, Gallego, ¿qué delito cometen? ’. De la Sota, abogado como Alvarez, no tuvo respuesta legal, pero insistió en la necesidad ‘política’ de hacer tronar cierto escarmiento contra los manifestantes”.y la orquesta empezó a tocar
La idea de que existen distintos bandos al interior de un mismo gobierno, unos catalogados como “halcones” y otros autopercibidos como “palomas” es un clásico de los comentaristas que se ocupan de las internas del poder, tratando de encontrar allí el sentido de la política. Dicha narrativa resulta útil, en este caso, para tomar nota de la unanimidad que se fue gestando a medida que se acercaba el 26 de junio de 2002, fecha en la que el Movimiento de Trabajadores Desocupados Anibal Verón y el Bloque Piquetero Nacional habían anunciado una jornada de cortes simultáneos en varios puentes del conurbano bonaerense, con el objetivo de interrumpir la circulación desde y hacia la Ciudad de Buenos Aires.un service para la gobernabilidad
Hagamos un baño de inmersión en los subsuelos de la inteligencia estatal, porque todo parece indicar que la SIDE tuvo un papel destacado en la coordinación de la masacre del Puente Pueyrredón. El verdadero artífice del espionaje interno no era tanto el “señor 5”, es decir el Secretario Soria, sino su segundo en la cadena jerárquica, Oscar Rodríguez, un duhaldista químicamente puro. En la tradición de los servicios secretos locales, al Subsecretario se lo conoce como “señor 8”. Ambos funcionarios eran nombrados por el Presidente de la República, mientras los Directores surgían desde las entrañas del organismo.Parte dos. El operativo
el misterio de la prefectura
La reconstrucción precisa de la cantidad de efectivos, su distribución en el terreno y el tipo de municiones que se utilizaron durante la jornada, demuestra que la intervención represiva tuvo un carácter extraordinario o anómalo, y no por azar sino de manera preestablecida.la maldita policía en acción
La represión del Puente Pueyrredón estuvo a cargo de la Departamental XIII con asiento en Lomas de Zamora y jurisdicción sobre el municipio de Avellaneda.- 50 efectivos de la Comisaría Avellaneda 1era.
- 50 efectivos de la Comisaría Vial con oficial subalterno.
- 30 efectivos del Comando Lomas de Zamora y de la Comisaría Lomas de Zamora 10ma.
- 15 efectivos de la Comisaría Avellaneda 2da.
- 30 efectivos de la Comisaría Avellaneda 3era.
- 15 efectivos de la Comisaría Vial.
- La Dirección General de Policía de Seguridad Vial afectó 6 móviles con dotación oficial a cargo.
- La Dirección de Infantería afectó 180 efectivos.
- La Dirección de Caballería afectó 70 efectivos de La Plata.
- El grupo Marea Azul afectó 70 efectivos.
Pepe Mateos