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limón en Argentina

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Una franja de campos limoneros cruza de norte a sur la provincia de Tucumán, corazón productivo de ese frutal, y sede de un potente complejo agroindustrial que imprime el ritmo y las condiciones de producción. Flacos jornales para los cosecheros y suculentos contratos con Coca-Cola son las dos caras de un boom repartido desigualmente, que mira con terror los diagnósticos de sobreoferta mundial.

“Yo le hablo de Corea del Norte y él me habla de limones”. La síntesis trumpeana del encuentro con el entonces presidente argentino Mauricio Macri en la Casa Blanca, en abril de 2017, hoy puede leerse mucho mejor en las derivas estratégicas y geopolíticas de estos años.

A fines de 2016, un saliente Obama había autorizado la exportación de limones argentinos a EE.UU., desde 2001 frenada por productores californianos que se hacían valer ante su gobierno. El proyecto republicano de hacer grande de nuevo a América volvía a foja cero esa definición.

Año y medio de gestiones después, en mayo de 2017, la Casa Rosada anunciaba con bombos y platillos que, luego de 16 años, Argentina volvía a exportar limones a EE.UU. Pero exportar limones frescos no lo es todo, ni lo más singular a la hora de pensar la producción nacional de esa fruta que cada tanto dispara su precio por las nubes.

historia agridulce

Como pasa con todas las frutas de esta saga de informes, la historia comienza en Asia. Siglos de avances y retrocesos musulmanes por las penínsulas del sur europeo propiciaron que los limoneros se extendieran por el litoral mediterráneo hasta llegar a la dieta occidental. Al continente americano llegó en los barcos de la conquista y al noroeste de lo que hoy llamamos Argentina, a mediados del siglo XVI, de la mano de los jesuitas. Recién escalaría en volumen comercial en el siglo XX .

Primero fueron los dulces: naranjas, mandarina, pomelo. Su producción abastecía el mercado interno porque nadie entonces imaginaba exportar. La palabra commodity aún no conquistaba la jerga del comercio. La historia de cómo Tucumán se convierte en la sede por antonomasia del limón habla de la prevalencia de esa variedad ante una calamidad que azotó Sudamérica entre 1930 y 1950: la tristeza. Un virus al que se le llamó así por el aspecto de las plantas antes de morir: las hojas mustias anunciaban la muerte.

Los limoneros o los injertados sobre agrios no se morían, y sobre los cadáveres de viejos frutales, reverdeciendo las hectáreas de tristeza, comenzó a crearse un mercado del limón. Cuando se vio en los años sesenta que podía tener un nicho, los productores comenzaron a ponerle fichas al negocio, justo cuando la dictadura de Onganía cerraba varios ingenios y el negocio del azúcar se concentraba.

el messi de las frutas

Los cítricos son la rama más importante de todo el sector frutícola pero solo al limón desde la Cancillería le llaman “el Messi de las frutas”. El frutal más extendido tiene su principal sede productiva a lo largo de todo el piedemonte tucumano. De norte a sur, la franja con limones en Tucumán hoy puede redondearse en alrededor de 50 mil hectáreas, a las que hay que sumar otras 10 mil divididas entre Salta, Jujuy y el NEA.

Entre fines de los años ochenta y los años noventa, el complejo agroindustrial del limón adquirió dinamismo y duplicó la productividad —de 24 tn/hs pasa a 50, números de Federcitrus—. Se reemplazaron campos de caña de azúcar por montes limoneros. De dos mil hectáreas se pasó a 30 mil en el 2000, y luego a los números actuales: primera línea entre productores e industrializadores del limón a nivel mundial. Como en el caso de las uvas, lo que distingue acá es que sobre la producción primaria se monta un interesante complejo productivo, verdadero centro de gravedad de toda la actividad.

Clima, macroeconomía y algunos tejes y manejes más determinan los porcentajes que se destinan a industria, exportación en fresco y consumo interno. Pero como lo que aquí hacemos es dar algunas claves que resistan el vaivén coyuntural, podríamos generalizar y decir que hoy tres cuartos de lo producido se destinan a industria, y el cuarto restante son limones frescos que van a los barcos de exportación o a las verdulerías locales, clasificados en empaques que asignan unas cajas a los limones de mejor calidad y otras a los de menor. No siempre fue así: la cantidad que va a industria creció en los últimos años.

no se tira nada

La vida le dio limones a Tucumán y hubo que aprender a hacer algo más que limonada: la creciente dificultad de colocar todos los limones frescos en mercados externos aguzó el ingenio empresario que comenzó desarrollos que terminarían con el aprovechamiento íntegro del limón. “No se tira nada”, dicen con orgullo todos quienes conversan con crisis del asunto y comienzan desde cero la pedagogía local limonera: se aprovecha el jugo, la pulpa y hasta la cáscara, de la que se extraen aceites esenciales y con la que también se produce —luego de ser triturada y deshidratada— pectina, muy utilizada en la industria alimenticia, cosmética y farmacéutica. La pujanza industrial trazó un mapa de actores y dinámicas de poder de un país mediano y dependiente como el nuestro.

“El limón es una fruta bastante sana porque la mayoría va a industria” dice un empleado de una de las firmas implicadas en el negocio. De cada tonelada de fruta salen 5 kg de aceite. Como se saca el aceite industrial de la cáscara, la fruta se tritura. De ahí se saca el jugo, la pulpa. Todo lo que apliques o eches en la planta queda en la superficie del fruto. De la ralladura sale el aceite esencial. La trituración llega luego, de ahí, el jugo. De la pulpa y la cáscara deshidratadas se arman fardos que salen para Europa y China, donde se hidratan para lograr luego la pectina.

En 2022 las exportaciones —entre fresco y derivados industriales— fueron de 486,5 millones de dólares. Las ventas externas se distribuyeron entre aceite esencial (41,3%), limones (33,1%) y jugo (25,7%). Los principales destinos fueron Unión Europea (243 millones de dólares), Norteamérica (167 millones de dólares, con una participación de Estados Unidos del 89,2%) y Rusia (29 millones de dólares).

al sur

La Limonera S.A está en Yacuchina, hacia el sudoeste tucumano. Una empresa familiar fundada en los noventa, que empezó con la finca dividida en tres partes: cañas, paltas y limón. Las paltas no se dieron y los limones avanzaron sobre las cañas. Lo que empezó para mercado interno se transformó en exportación a cinco países de Europa, EE.UU. y Rusia. Doscientas hectáreas con el empaque ahí mismo, con 70 empleados trabajando diariamente.

 

Los cítricos son la rama más importante de todo el sector frutícola, pero solo al limón desde la Cancillería le llaman “el Messi de las frutas”. El frutal más extendido tiene su principal sede productiva a lo largo de todo el piedemonte tucumano.

 

Es de noche y las motitos llegan a la jornada de empaque por la única calle de tierra que hacia el oeste sube directo al Aconquija. Arrancaron a las 6 AM porque tienen que completar un camión para un buque-bodega para Rusia y tiene que llegar mañana antes de las 12 del mediodía a Campana. Tiene 18 horas de viaje. Si no llegan tendrán que esperar 15 días.

“Si te demorás, les das ventaja a los demás, que se les mejora el clima. Por eso hay que meterlo rápido. De acá a 15 días no sé si el limón está bien. Tenés que mandarlo rápido y frío —dice Nicolás Vellido, hoy al frente de la empresa—. Nos consideramos pequeños. 150 hectáreas de producción y 50 en renovación cada cuatro años”.

“Si vos mandás un contenedor (1600 cajas de 15 kg cada una, aproximadamente) para que te rinda te tienen que llegar 12 mil dólares y en 2021 te llegaban 6 mil. Antes de hacerte un agujero más grande tenés que detenerte. Nos detuvimos muy tarde, con 30 contenedores en el agua, todos a pérdida”, cuenta Nicolás, que balancea entre los años buenos, de 2 dólares el kilo, y los últimos cuatro, que fueron bien malos, y pondera que 1,3 dólares por kilo sería un buen precio. Mientras en la oficina se esperan certezas sobre el dólar agro y las retenciones cero para las economías regionales, afuera en el empaque se trabaja a toda máquina. La marcha de las cintas que transportan los limones, las hábiles manos de los y las operarias —y las cajas que van y vienen colgadas hasta terminar llenas y embaladas— son la coreografía de este negocio para el que los pequeños y los medianos están mejor preparados: la calidad sobre la cantidad es lo que destaca a estos limones, cortados con alicates de las plantas, que salen con una hojita como detalle adentro de la caja, for export.

la curva

“Si hablás con un productor cañero y uno citrícola te vas a dar cuenta: el citrícola a las 7 está arriba porque es una actividad que requiere mucho compromiso. La caña no, lo más probable es que te lo encuentres tomando un café a media mañana”. A lo largo del reportaje por toda la franja limonera del piedemonte tucumano se escucha un comentario similar. El orgullo limonero se recorta del concentrado negocio azucarero pero convive con el riesgo de terminar como aquella otra agroindustria, productora también de la riqueza tucumana.

En la década pasada el limón fue muy atractivo como negocio pero la gran oferta tucumana ya no estaba sola: Sudáfrica y Turquía también crecieron mucho en superficie plantada. “Se llegó a un punto de sobreoferta, desde hace dos años”, dice Hernán Salas, director del Programa Citrus en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres. Vinculada desde su fundación en 1909 a la investigación y desarrollo en la producción de caña de azúcar, la Eeaoc es un puntal clave en la producción de información y el conocimiento de los tesoros agroindustriales de la provincia. “Lo delicado es que, por las condiciones naturales de California, España, Italia, Turquía y Sudáfrica, el 80% de su fruta es apta para comercializar en fresco y el 20% se destina a industria. Nuestra ecuación es exactamente al revés: el 80% va a industria y el 20%, a fruta fresca. Por eso, si bien Tucumán puede obtener una fruta de muy buena calidad, la mayor parte de su producción se industrializa”, dice el ingeniero Salas mientras revisa con crisis los números actualizados de lo que viene siendo este 2023.

Hoy Sudáfrica es quien en el verano inunda de limones el mercado europeo. Argentina ocupa el segundo lugar, más aún en la última campaña, en la que el exigente protocolo fitosanitario complicó los envíos. Los EE.UU. pasaron a ser el segundo comprador de limones argentinos: adquieren un tercio del total exportado. Otro destino que creció fue China, y la novedad fueron los primeros envíos a Vietnam.

la conflictividad de cada cosecha

Cerca del exingenio San Pablo, los campos de Citrusvil, gigante mundial del limón, lindan con coquetísimos barrios cerrados y quizás el más cheto de todos, el San Pablo Country Life and Golf. Como contó Meta Crisis, el avance de este proyecto arrinconó a las familias que habitan la Colonia Chazal, una tierrita que quedó encerrada por los loteos de los grandes y en la que las familias decididas a seguir viviendo donde siempre lo hicieron resisten la hostilidad de la empresa que los quiere fuera de allí. El fastidio de los golfistas que ven interrumpida su parsimonia deportiva por las cumbias que se escuchan desde la Colonia por ahora no pudo más que la determinación de esos y esas pobladoras, pero es un conflicto latente y elocuente de la forma que adquirió el negocio inmobiliario en las afueras de la ciudad. Menos silenciosa y más estridente es la conflictividad que cada año sale a las rutas: la pelea por el precio de la maleta. Esa especie de reverso del boom y la tecnificación que todos los años es noticia.

“El cosechero pide un gran aumento, pero que Argentina tenga una inflación del 120% no quiere decir que el limón valga más afuera”, dice un directivo de Citrusvil en San Pablo, entre filas de limones que se extienden por toda la cuesta que sube hacia Villa Nougués.

Del otro lado del mostrador, la informalidad es una constante. El sindicato acusa al Ministerio de Trabajo provincial de no tener estructura —“10 inspectores para 70 actividades rurales que tenemos acá”— y los dueños tercerizan la responsabilidad en contratistas. Un triángulo del desmarque que permite entender la recurrencia y los desbordes de la conflictividad. “Tenés contratistas que son creados por los mismos empresarios. Han agarrado a un trabajador, le han puesto una SRL, le han puesto una oficina y una silla. Y cuando la demandás es una empresa insolvente que no tiene ni que embargar —dice el delegado normalizador de UATRE Tucumán, Germán Ferrari—. La mayor ventaja los empresarios la hacen con la tercerización. Les echan la culpa a los contratistas pero la tercerización fue creada por ellos mismos”

autoconvocados

Las cañas de azúcar están bajitas. La sequía se sintió incluso donde llueve habitualmente bastante, y a mitad de abril explica que este año todo arranque más tarde. La cosecha de limones se demora primero a la espera de que “tamañen”, y luego por las lluvias que frenaron la cosecha y también el empaque, ya que al quedar expuestos a la humedad durante la cosecha se corre el riesgo de que la producción se termine hongueando. Por eso cuando se disipa el rocío, tipo 10, arrancan a laburar quienes cosechan, aunque el desvencijado micro que los trajo temprano para evitar los controles ruteros los haya dejado ahí mucho antes. Un fueguito y a esperar que el capataz diga “a trabajar”.

 

La marcha de las cintas que transportan los limones, las hábiles manos operarias —y las cajas que van y vienen— son la coreografía de este negocio para el que los pequeños y los medianos están mejor preparados.

 

Luchín Villafañe hace 18 años que trabaja cosechando limones. Hoy lo hace para Citromax, que tiene en Santa Lucía campos grandes en producción. Pertenece a la coordinadora de limoneros autoconvocados. Disconformes con el gremio y con el gobierno, desde 2022 vienen organizando cortes de rutas porque mientras en el norte —por Tafí Viejo— reclamaban un pago más justo en el sur no pasaba nada. Se pusieron las pilas y organizaron la propia coordinadora con el Polo Obrero como aliado.

“Siempre ha sido la vida sacrificada: termina el limón, te vas al arándano… si no Río Negro para el raleo. Te volvés para pasar las fiestas y el 4 o 5 volvés, pero ya a la cosecha de peras. Se gana mucho mejor allá. No me explico por qué no podemos tener el mismo jornal que ellos si vivimos en el mismo país”, dice. Cuesta calcular el sueldo mensual porque todo depende de los días que se pueda laburar. “Por quincena, bien laburada, son 11 días. Si llueve se pierde un día. Ponele que trabajes 10 días, son 70 mil pesos la quincena”, dice, antes de que el jornal cierre en paritarias unos 6400 pesos que para cuando esta nota entre a imprenta ya quedaron viejos.

“Cosechar a mano no es lo mismo que con tijera. El corte a mano es para industria: más rápido, con menos cuidado, pero peor pago. Si se corta con tijera es para exportar”, dice Luchín. A las escurridizas cuentas se les suma el hecho de que hay fincas que trabajan con maletas de 20 kg y otras de 10. “Se achicaron yo creo que porque el último tiempo se sumaron muchas mujeres a la cosecha”, hipotetiza.

grandes y chicos

En el mundo productivo del limón se ve el proceso de concentración y tecnologización más avanzado de la fruticultura. Para este frutal, un productor pequeño, en Tucumán, comienza con unas 50 hectáreas (cada vez son menos y sobreviven gracias a la cabida con algún exportador de fruta fresca). Uno mediano podría calcularse a partir de las 100/150. Luego están los grandes y los gigantes, agrupados en Acnoa, Asociación Citrícola del Noroeste Argentino, la cámara empresaria que nuclea al que podríamos considerar el poder limonero. El mapa concentrado de actores y las cíclicas rispideces por la distribución de la riqueza limonera se evidencian en la controlada e institucionalizada comunicación de cada una de estas empresas.

Resumamos así: dominan las que le venden a Coca-Cola, que son casi tres cuartos de la superficie hoy plantada (la mayor parte de lo que va a industria). La venta del aceite y del jugo a Coca es el gran negocio, rodeado de un secretismo propio de la fórmula de Coca-Cola. La mayor productora, con 7 mil hectáreas, es Citrusvil, de los hermanos Lucci, diversificados a otras actividades. Otro actor igual o más importante es San Miguel, de orígenes familiares (Mata) pero hoy transnacionalizada. En plena reconversión estratégica, dejaron de exportar frescos, cerraron empaques y relocalizaron parte de sus operaciones: en plena apertura de una planta industrial en Sudáfrica, aquí ya solo se dedican al limón para industria.

Luego, en Salta está La Moraleja (española), con 4300 hectáreas en producción, y la estadounidense Citromax, con unas 4 mil. Les sigue la francesa Argentilemon (Bulacio-Argenti), con 3 mil. De los 5300 productores que existen solamente los mencionados se benefician con los contratos con Coca-Cola. La empresa global paga de 38 a 45 dólares el kilo de aceite y el resto de los compradores no pasan de los 14 dólares, o sea, un precio 350% más caro que el valor de mercado. Es el principal comprador mundial.

los sospechosos de siempre

En 2020, cuando se cortó la exportación de limones frescos a Europa, las 16 detecciones de fruta con mancha negra fueron enviadas por una empresa sobre la que se tejió entonces mucha suspicacia. Una tragedia para los pequeños y medianos que se sostienen por la exportación.

Esa empresa es San Miguel y la teoría, que varios entrevistados en el reportaje aceptaron como razonable, es que le convenía que el país cayera como productor de limones frescos para, por un lado, darle ventaja a su producción en Sudáfrica y, por el otro, para que todo lo de Argentina se mandara a industria baratísimo. Sin embargo, desde San Miguel desmienten: “La mancha negra fue un caballito de batalla de los españoles para proteger su producción de cítricos”, dijeron a la prensa.

“Se corta la exportación y toda la fruta en los árboles la procesan a dos mangos —dice en estricto off un productor que no les cree nada—. Es eso o un quilombo fitosanitario en la finca”, completa. Los grandes tenían capacidad de hacer toda su finca y gran cantidad de industria. Como tienen su industria no pasa nada: muelen su fruta y aprovechan todo. Mucho del crecimiento sudafricano es conocimiento que transfieren de acá. De 2006 hasta ahora Sudáfrica creció exponencialmente y ganó posiciones fundamentalmente en los mercados europeos. En abril de 2021 se volvió a reabrir el mercado europeo pero con todas las lupas puestas y habiendo perdido mucho terreno frente a otros productores del mundo.

la capital del limón

A 12 kilómetros de San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo es la capital nacional del limón por concentrarse allí la producción y la industria ligada a este frutal, incluso antes de la gran expansión de este siglo, que cruzó de norte a sur la provincia con plantaciones. Allí está gran parte de la historia de los pioneros, y Trapani es uno de los apellidos importantes en el asunto. Son dos empresas que funcionan por separado: FGF Trapani es una y Vicente Trapani la otra, que invita a crisis a conocer los veinte kilómetros cuadrados en los que desde el vivero hasta la industria integran todo el proceso productivo del limón industrial. Unas 1400 hectáreas que hace cuatro años se destinaban mitad y mitad entre exportación e industria y hoy se dividen en 1100 para industria y unas 300 para exportación del limón fresco.

Vamos en camioneta por unas colinas llenas de limoneros plantados curvadamente. Una especie de paraíso productivo en el que la ondulación de los campos prolijísimamente diseñados y las montañas de fondo estampan una postal digna de fondo de escritorio de compu. Mientras se van sucediendo hectáreas de limoneros recién plantados, otras de plantas más viejas, la certeza de estar perdiendo competitividad es compartida: “De exportar 600 mil toneladas hoy estamos en 250 mil. A 1200 km del puerto, con flete carísimo, somos menos competitivos”, dice Gastón De La Rosa, joven ingeniero de la empresa. A esto se suman las preferencias comerciales europeas. Prefieren comprarles todo a los sudafricanos: limón, naranja, palta, mandarina, uva.

“Hasta que la fruta está arriba del árbol, Argentina tiene el mejor costo del mundo: mejor relación precio-calidad. Gastamos menos insumos: riego, agroquímicos, para producir un limón de mucha calidad. Cuando cosechás, el empaque, el flete… toda esa cadena nos encarece muchísimo”, dice José Coqui Domínguez, miembro de la poderosa Acnoa y director de la firma taceña. También agrega algo clave: “Cuando hablamos de limón tenemos que pensar en una actividad distinta a otras que se rigen 100% por oferta y demanda, porque quienes tienen contrato con Coca-Cola llevan unos precios fijos del aceite y algo de jugo que desvirtúa o enrarece la actividad —dice—. Esto también trae beneficios a la provincia pero está manejado por muy poca gente”.

“Quien vende a Coca-Cola está cobrando 30 o 35 dólares el kilo de aceite, y el mercado abierto está pagando 8, 10 dólares. De manera que hay una situación que saca de mercado a una buena cantidad de productores”, decía el legislador Luis Fernández en la discusión de declaración de emergencia del limón industrializado a fines de 2022. Otros dicen que hoy la diferencia es diez contra cuarenta. “Hoy en la industria, esas pocas que trabajan con Coca-Cola tienen una buena rentabilidad, y al productor chico solo le queda ganar con la exportación de fruta fresca”, completa Domínguez su aporte al reportaje.

niebla en el horizonte

En la oficina municipal de Tafí Viejo, que funciona donde antes funcionaron los talleres ferroviarios, el aún intendente Javier Noguera se esfuerza por evitar la narrativa de que limones solo hacen los grandes: “Si bien hay jugadores importantes con contratos internacionales con Coca y empresas de gaseosas en el mundo, también hay pequeños y medianos, que no solo se han tecnificado extraordinariamente sino que viajan, se forman y hoy son exportadores”, dice preocupado por las simplificaciones que invisibilizan esas valiosas experiencias.

Agrega otro punto crucial: el reemplazo de la mano de obra. “Nos desafía como militantes políticos que la mano de obra más calificada sea rápidamente desplazada en esta industria. Se está robotizando el trabajo de los embaladores. Esa persona luego le pide al Estado un laburo con un salario que no estoy en condiciones de dar”, completa, y debe rajar porque la campaña no espera.

La certeza del umbral de sobreoferta mundial explica los planes de las grandes, algunas de las cuales este año levantaron miles de hectáreas, y otras, como vimos, reestructuraron el negocio y con eso el empleo y la producción de valor local. Por eso este año, del promedio de dos millones de toneladas de limones producidos en los últimos años, habrá casi medio millón menos por las hectáreas que ahora se dedican a otra cosa y un número importante que no tuvieron los recursos para afrontar el manejo adecuado del cultivo, y por lo tanto rindieron menos. Sobre menos cantidad global de limones operará la ecuación actual en la que la mayoría es absorbida por la industria y un cuartito se divide entre la compleja vía de exportación y la más compleja demanda interna, con sus picos estacionales y una demanda debilitada por el aniquilado poder de compra de los y las asalariadas.